Aquí os muestro a las mujeres más importantes de mi vida:

(en esta foto falta mi yaya, aunque seguro que ella también «está» junto a nosotras con su eterna sonrisa).



Existe una fecha en el calendario que está marcada en rojo porque es un día muy especial que celebra el pilar más sólido de nuestras vidas: el Día de la Madre.
Es un momento para rendir homenaje, para recordar, para agradecer, pero sobre todo, para amar profundamente a la mujer que nos dio la vida y la que nos guía con su amor incondicional.

Quiero dedicarle a todas las madres del mundo unas palabras de gratitud y de admiración, ya que vuestra presencia es la luz que ilumina nuestros caminos en los días más oscuros, vuestros abrazos son el refugio donde encontramos consuelo y vuestra voz es la melodía que nos acompaña en cada paso que damos desde el instante en que se produce el gran milagro: el de regalarle una vida nueva a una personita muy querida y deseada llevándola en tu vientre durante 9 potentes e inolvidables meses.

Siempre se ha dicho que el vínculo entre una madre y su hijo/a es uno de los lazos más fuertes que existen en el universo, y yo tengo la suerte de poder compartir y afirmar ese sentimiento al ser un amor que trasciende el tiempo y el espacio, un lazo eterno que nos une incluso cuando la distancia física nos separa.
Desde que el corazón del bebé late por primera vez, la feliz mamá siente una conexión tremendamente profunda con aquel ser que cambiará su centro de gravedad con tan solo un suspiro y esa conexión perdurará a lo largo de los años, a través de las risas y las lágrimas, de las alegrías y las penas.

Cada madre es única en su manera de amar, pero todas comparten el mismo deseo profundo de ver a sus hijos/as siendo felices. A través de su sacrificio y su dedicación, nos enseñan lecciones invaluables sobre el amor, la generosidad y la fortaleza. Nos inspiran con su ejemplo, nos motivan con su apoyo incondicional y nos guían con su sabiduría infinita.

Hoy quiero rendir un homenaje especial a mi propia madre, un ser extraordinario que cada día deja una huella imborrable en mi corazón y en el de muchísimas personas que la quieren y la necesitan, porque sus vidas son mejores teniéndola a ella bien cerquita. Ya lo dice mi tía (su hermana), que la quieren hasta los gatos callejeros... Y en estos duros momentos que estamos transitando de la mejor manera que podemos, diría que todos te lo estamos demostrando.
Sé que vienen tiempos difíciles y que el 15 de febrero quedará grabado como uno de los peores recuerdos al haberse convertido en un día lleno de incertidumbre al ser el inicio de esta pesadilla llamada cáncer.
Admiro tu valentía, tu saber estar, lo bien que has encajado este duro golpe, tus ganas de luchar y tus infinitas ganas de vivir, pese a que el miedo que estás sintiendo es más que evidente y en ocasiones se apodera de ti la niña que nunca has dejado de ser y en tus ojos se puede ver lo asustada que llegas a estar. ¡Me duele tanto esta situación y que tengas que experimentar esta desagradable experiencia! Aunque ya sabes mi manera de ser y de pensar, pues opino que todo pasa por y para algo. Seguro que de esta terrible vivencia aprenderemos un sinfín de cosas, no todas buenas, pero que son necesarias para que nuestras almas se nutran y vivan todo aquello que pactaron años atrás...

Gracias, mamá, por ser mi roca en los momentos más difíciles que me ha tocado vivir, por ser mi cómplice en las aventuras de la vida, por ser la abuela a la que mi hija tanto ama y por ser mi lectora cero y mi correctora; la que lee con entusiasmo e ilusión cada texto que escribo antes de que mis lectores/as lo puedan leer.
Tu amor incondicional es el regalo más preciado que he recibido y siempre estaré agradecida por todo lo que has hecho por mí. Te quiero tanto...
Es curioso porque en ocasiones siento que estamos a años luz la una de la otra, pero muchas otras veces tengo la sensación de que somos dos gotas de agua diseñadas por el mismo creador y que no podemos ser más idénticas.
Prometo estar a tu lado siempre y, junto a la gran familia que entre todos hemos creado, ir sumando momentos mágicos logrando que cada uno de ellos tenga un gran peso y ocupen lugares privilegiados en nuestros corazones y en nuestra mente.
Y ya sabes que mi hermana piensa igual que yo y que te quiere hasta el sol, la luna y las estrellas, aunque a mí se me da un poquito mejor escribir todo aquello que siento y por eso he decidido plasmar en un artículo unas cuantas palabras que expresen lo que ambas sentimos y la suerte tan grande que tenemos de que seas tú nuestra madre.

No permitamos que estos duros momentos enturbien nuestras vidas y bajen la intensidad de la luz tan potente que cada una de nosotras irradia a través de nuestras sinceras sonrisas, pese a que últimamente no nos apetezca sonreír demasiado...
No estás sola en este duro proceso y lo estamos intentando hacer lo mejor que podemos / sabemos, ¡no lo olvides nunca!

A todas las madres del mundo, en este día tan especial, quiero deciros: gracias por vuestro amor infinito, por vuestra bondad inagotable y por vuestra fuerza inquebrantable. Sois el corazón de nuestras vidas, la luz en nuestras tinieblas y el alma de nuestra existencia.
Que este día esté lleno de amor, de alegría y de gratitud, y que cada madre sepa lo importante que es y lo mucho que se le aprecia.
Celebremos el regalo más preciado que hemos recibido: el amor de una madre.
¡Feliz Día de la Madre a todas las mamás del universo!

Tal y como dice la gran Meryl Streep: «La maternidad tiene un efecto muy humanizador: Todo se reduce a lo esencial.»